
Aqui en Argentina los niños estan de vacaciones de invierno. Asì que con mi marido aprovechamos unos dias y nos fuimos nuevamente al campo con nuestros pequeños. Bueno, con los nuestros, una amiga mia y su hijo y Tomi el mejor amigo de Mateo. Asi que terminamos siendo un batallon dentro de la cabaña de Entre Rios.
Nos tocaron dias muy lindos, solo que hacia muuuucho frio. Que va! Estamos en invierno, no?
Por supuesto mis varones anduvieron horas y horas en sus motos. Algo que los apasiona.
Pero esta vez estuve un poco mas preocupada con el corazon de madre, pues Mateo ya no quiere andar en el cuatriciclo sino que encuentra mas divertida a la moto cross de 2 ruedas. El corazon se me achicaba cuando lo veía arremeter esas pendientes altisimas y bajadas vertiginosas... aaahhhhh, ohhhh, biennnn, ayyyy. Bueno asì estaba yo cuando lo veìa por el circuito. Es que no puedo dejar de abrigarlo como un pichoncito!
No solo nos quedamos en la cabaña de Rincón de Nogoya, también fuimos a
Victoria, allí conocí la
abadia del Niño Dios de los benedictinos, y me traje un riquisimo dulce de leche, además de tinturas madres para la ansiedad y tónico cerebral. Epa! dirán uds. que le anda pasando a esta Nauma? Y sí estoy un poco ansiosa, mas de lo normal, me están sucediendo cosas que no viene al caso comentar ni compartir, pero me ponen en un estado que me altera la tranquilidad, y también me ando olvidando de las cosas...
También fuimos a
Rosario, que linda ciudad! Si pudiera me iría a vivir allí. Tal cual me gusta a mí, una ciudad completa que mira al río y tiene un delta! Tiene parques, lindas casas, lindos edificios, es limpia, y su gente tiene otra actitud, otro ver las cosas, no se como decirlo...
Estuve tejiendo solo una tarde, ya me ven en la foto. El resto del tiempo la pase haciendo las comidas para todos: Tarta de puerros y queso, tallarines con salsa, asado con ensaladas, bifes con papas, pizzas, lentejas y pures para Matilda, gelatinas, los desayunos, las meriendas, los mates... también hay que agregar el baño de los niños, la limpieza del lugar y el atender a cada -mamá y cada -amor que me solicitaban. Debo confesar que me canse un poco pero la recompensa fue escuchar sus risas por todos lados y ver sus ojos brillantes de alegría.